Morcillote

El primer fin de semana de abril llegaba a Burgos, poéticamente en contraste con la entrada de la primavera, una lluvia helada que se convertiría en la tan clásica sábana blanca burgalesa, dejando atrás de sí, un paisaje de increíbles verdes florales acompañados de un suave manto de nieve. A su vez volvía, después de estos últimos años marcados por una terrible pero esperemos que ya superada pandemia y, con su fiel protagonista COVID 19: el «Morcillote». El evento emblema de AEGEE Burgos, además, no volvía de cualquier manera sino como X aniversario de éste, compartiendo con sus miembros y el resto de antenas de la península un fin de semana marcado para el recuerdo.


El evento comenzó con unos clásicos ice breaking games seguidos de uno de los puntos más esperados de cualquier evento AEGEE, la European Night. Todo se desarrolló con total normalidad durante la noche del viernes y la madrugada del sábado para lo esperado de esta actividad, quién la ha vivido sabe de lo que hablo.


El sábado venía marcado por diversos talleres que irían concurriendo a lo largo del día, con sus necesarios coffe breaks totalmente eclipsados por las paradas para comer y cenar, donde los organizadores y helpers del evento consiguieron alimentar con una nota de sobresaliente los famélicos estómagos de sus participantes.


Las actividades de por la mañana fueron sucediendo de un modo activo y dinámico, pero nada que ver con las de la tarde. El taller de pogo que pudieron vivir los participantes de este Morcillote X fue esa actividad de break donde todos los participantes dieron su poder y energía para la continuidad del evento y, a contínuación, un teatro increíblemente dinámico que hizo sacar lo mejor de cada participante en unas interpretaciones estelares propias del Teatro Principal burgalés.


La noche del sábado llegaba a su fin con una Gymkana del terror, el diamante del evento. Diversas pruebas, dinamismo, trabajo cooperativo, humor, miedo, suspense y un montón de sentimientos recogidos en 2 horas de increíble actividad. Lo que ocurrió después, queda entre «Aegeer@s».


Llegaría un domingo un poco improvisado pero efectivo, con un cansancio acumulado de un sábado con unas espectativas altas, pero superadas por un equipo de trabajo unido y ayudado en ciertos momentos por veteranos de otras antenas, a los cuales aegee Burgos les agradece siempre no solo su camadería sino su amistad más allá de lo que se ve.


Sin duda el Morcillote volvió, volvió como la nieve en primavera, lleno de ilusión, fuerza y con personalidad, logrando que sus participantes se fuesen con una sonrisa en la boca, y con la necesidad y el regustillo de necesitar más, de otro evento de AEGEE Burgos. ¿Se estará cuajando algo próximo entre el comité y los miembros de la antena?

Anxo Silveira