Del 22 al 30 de abril, un grupo de estudiantes (entre los que me incluyo) viajamos a Croacia, a la ciudad de Samobor para realizar un Erasmus +, denominado #eSmart, sobre el impacto de las redes sociales y el Internet en la salud mental de los jóvenes.
El día 20 de abril cogimos un vuelo desde Madrid con destino a Zagreb. Pues para aquellos que no lo sepan – el programa Erasmus + suele permitir que los participantes vayan unos días para realizar turismo en la zona. Es por ello que, antes del inicio del proyecto oficial el grupo de estudiantes españoles hicimos turisteo en Zagreb. Allí, comimos platos típicos como Štrukli, y disfrutamos recorriendo sus calles y museos.
El día 22 fue cuando llegamos al Hostel donde se realizaría el proyecto. El proyecto comenzó a la mañana siguiente, con todos los participantes reunidos. Había participantes de seis países diferentes: Bélgica, Bulgaria, República Checa, Rumanía, Turquía, y España, claro.
Los equipos internacionales estaban compuestos por seis chicos y chicas, todos con un objetivo común: aprender más sobre el tema y disfrutar conociendo las diferentes culturas.
Realizamos talleres de temas tan diversos como: la autoconciencia, la vida antes y después de la aparición de las redes sociales, habilidades sociales, empatía en redes, la línea temporal de la invención del Internet y las redes, cómo sería un día sin internet, la motivación, etc.
Cada equipo tenía asignados una serie de talleres, así, por ejemplo, nosotros nos encargamos de los talleres sobre la empatía, la línea temporal y el antes y después de las redes sociales. Contábamos con total libertad creativa para desarrollar los talles, por lo que, la mayoría de los equipos optamos por seguir una forma de trabajo dinámica y práctica.
En todos los talleres realizamos “juegos” o trabajo en grupo con personas de diversas nacionalidades, lo que contribuyó a una mayor unión entre todos nosotros.
En este ambiente de diversidad cultural, no solo aprendimos y profundizamos en la temática concreta (impacto de las redes sociales, soluciones, propuestas…), sino que, además, conectamos con gente con culturas muy diferentes a las nuestras, pero con más cosas en común con nosotros de las que nos imaginábamos en un principio: las ansias por conocer, viajar, descubrir…
Si alguien me preguntara qué me ha aportado personalmente este proyecto, diría efectivamente que he aprendido mucho sobre las redes sociales, y cómo manejarlas mejor. Sin embargo, el verdadero aprendizaje que me he traído en la maleta no es ese, sino el que me transmitieron mis compañeros de proyecto. Los he visto trabajar en los talleres hasta las tantas de la madrugada para que al día siguiente todos disfrutásemos con sus “clases”; les he oído contar historias
sobrecogedoras y otras divertidas, y también les he oído hablar sobre sus creencias, ideas, sobre cómo es su país, la música que escuchan, e incluso las series de infancia que todos coincidíamos en haber visto…
En definitiva, cada Erasmus + es único, nunca aprenderemos las mismas cosas dos veces seguidas, pues el proyecto no es el tema, sino las personas que lo conforman. Así que, espero que con este artículo haya conseguido despertaros las ganas de participar en un proyecto, y comprobar en vuestra propia piel esta experiencia 😊